Edición on-line
inicio     buscar artículo     protección de datos     créditos     contactar
 
 
 
 
en este número
Relación de contenidos
   
 
  Acceda a los artículos publicados en el último número a través de este menú.
PRESENTACIóN
SERRANíA DE CUENCA
FAUNA DEL PARQUE NATURAL
VEGETACIóN SERRANíA DE CUENCA
MARIPOSAS DEL PARQUE NATURAL
LAS VENAS DEL PARQUE
TURISMO RURAL
LOS APROVECHAMIENTOS FORESTALES
SENDEROS DE CUENCA
DEJA HUELLA
 
 
buscar en este número
Buscador avanzado
 
Buscar palabras o frases o autores solo en este número de revista.
  buscar  
 
 
artículos más vistos
Artículos más visitados
 
  Acceda a los artículos más vistos de todos los números publicados.
PARQUES Y JARDINES URBANOS
Revista número: 16
Autor: Pedro M. López Medina
EDITORIAL
Revista número: 25
EL PITóN VOLCáNICO DE CANCARIX
Revista número: 21
Autor: Mª Elena Gómez Sánchez
 
 
  FLORA
 
 
Versión imprimible   Enviar a un amigo
 

El clima dominante es mediterráneo continental, caracterizado por una marcada sequía estival y un importante contraste térmico entre el verano y el invierno. En las zonas más elevadas (Tragacete, Huélamo, Valdemeca y Zafrilla) son frecuentes las tormentas estivales, las cuales contribuyen a mantener siempre verdes los extensos pastos de verano que allí se desarrollan, y con ellos al ganado ovino trashumante. Climáticamente pueden diferenciarse dos pisos, el superior (> 1500 m), el medio (1200-1500 m) y el inferior (< 1200 m).

La litología dominante en la Serranía de Cuenca es calcárea, resultado de antiguos depósitos marinos del periodo Cretácico y Jurásico. Puntualmente afloran materiales silíceos en la Sierra de Valdemeca y en las zonas basales del Cretácico Inferior (Albense), tal y como puede observarse en la Dehesa de Las Majadas, Umbría de Uña, Fuente de la Tía Perra, el Maíllo, Sierra del Agua, Monteagudillo, Cabeza Gorda y La Modorra.

Los tipos de suelo que pueden encontrarse en la Serranía de Cuenca son muy variables, apareciendo desde suelos profundos y desarrollados en las vegas de los principales ríos (Uña, Tragacete, Huélamo, Villalba de la Sierra y Portilla), muchas de ellas roturadas y ocupadas por cultivos, hasta suelos sin desarrollo ninguno, como ocurre en los lapiaces, canchales, rocas y escarpes.

Atropa baetica, especie catalogada “en peligro de extinción”, es una de las joyas de la flora del Parque
 
La topografía conlleva aspectos relativos a la pendiente, la orientación y la altitud. Éstos condicionan el tipo de vegetación y favorecen el desarrollo de microclimas locales. Así en los cañones y hoces, como ocurre en los cortados de Uña-Villalba de la Sierra, se refugian tilares y bosques mixtos exigentes en ambientes húmedos y frescos, microclima creado al resguardo de las paredes calizas jurásicas que lo flanquean.

La proximidad del nivel freático a la superficie favorece la presencia de vegetación higrófila, tanto la asociada a los principales cursos fluviales (alamedas y saucedas), como a las zonas húmedas (lagunas, turberas, prados húmedos y juncales).

La historia geológica ha contribuido significativamente en la riqueza florística de la Serranía de Cuenca, favoreciendo la llegada de especies con diversos orígenes en función de las características climáticas de cada momento. Así pueden encontrarse especies de origen mediterráneo, norteafricano y eurosiberiano. En algunos casos las especies que llegaron quedaron aisladas del resto de sus congéneres, lo cual ha favorecido la aparición de endemismos locales.

Junto con todos los factores enumerados, la acción antrópica ha sido el mayor modelador del paisaje vegetal que actualmente puede observarse en la Serranía de Cuenca. Los pinares han sido favorecidos frente a los bosques de frondosas, y los pastos se han mantenido y extendido gracias a la arraigada tradición ganadera trashumante.

En el PISO SUPERIOR (> 1500 m), dominan los pinares de pino albar (Pinus sylvestris), los cuales enriquecen su cortejo florístico con sabina rastrera en sustratos calcáreos y con brezales en suelos silíceos. El aspecto cromático de estos bosques con connotaciones centroeuropeas se ve enriquecido por la compañía de acebos, tejos, mostajos y robles, aunque las más bellas formaciones son aquellas en las que participan los sabinares rastreros, transformando la superficie del terreno en una auténtica piel de leopardo. En este piso los pastizales tienen una gran relevancia pues constituyen los puertos de verano de ganados trashumantes procedentes de Valencia, Andalucía y La Mancha, así las principales cañadas, vaguadas y valles se mantienen como pastizales tal y como ocurre en el Rincón de Palacios en Zafrilla, el Poyal de Tragacete, el Maíllo, la Alconera, la Cañada del Cubillo, la Casa del Cura en Valdemeca y la Sierra del Agua en Las Majadas.

 
Lathyrus pisiformis es una leguminosa incluida en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas dentro de la categoría “Vulnerable”
Las características climáticas del piso superior, con una sequía estival muy limitada, favorecen la presencia de humedales y fuentes en los que pueden encontrarse juncales, prados húmedos y turberas, en estas últimas se refugian especies de gran valor botánico, relictos de climas pretéritos mucho más fríos y húmedos, tal es el caso de junco lanudo y diversas plantas carnívoras.

El piso MEDIO (1200-1500 m) es el más extendido dentro de la Serranía de Cuenca, en el dominan los pinares de pino negral (Pinus nigra subsp. salzmannii), los robledales (Quercus faginea), los sabinares albares (Juniperus thurifera) y los rodenales (Pinus pinaster), éstos últimos preferentemente sobre sustratos ácidos.

Los pinares de pino negral, constituyen el paisaje vegetal más representativo y extenso de la Serranía de Cuenca, dominan sobre sustratos calizos y en una altitud comprendida entre los 1000-1500 m. Son y han sido explotados tradicionalmente por las excelentes cualidades de su madera para sierra y construcción. Se asocian a robledales, sabinares albares y bosques mixtos eurosiberianos, constituyendo auténticas formaciones mixtas de un inigualable valor paisajístico. Las mejores representaciones de estos bosques se encuentran en el Barranco del Infierno (Muela de la Madera), el Ensanche de Buenache, el Monte de Fuencaliente, el Arroyo de la Madera, la Solana de Uña, Lagunillos, el Hosquillo y el Masegar de Huélamo. Las formaciones arbustivas que con mayor frecuencia se asocian a estos pinares son los aliagares, los guillomares y los bujedales.

Las turberas son el hábitat preferido de la pequeña carnívora Drossera rotundifolia
 
Los robledales ocupan suelos profundos y evolucionados tanto sobre suelos calizos como silíceos. Tradicionalmente se han aprovechado para la obtención de leñas y carbón vegetal, lo cual ha dado como resultado extensas superficies monoespecíficas envejecidas y procedentes de abundantes rebrotes, tal es el caso del Robledillo en Las Majadas y la Solana de Uña. Cuando el aprovechamiento de estos robledales ha sido mixto (ganadero-forestal), el resultado ha sido una estructura adehesada como puede observarse en la Dehesa de Las Majadas y el Masegar de Huélamo. En el estrato arbustivo de estos robledales dominan los bujedales, pero cuando el nivel freático se encuentra próximo a la superficie son los espinares caducifolios los protagonistas, constituyendo auténticas masas mixtas impenetrables y riquísimas en especies espinosas tales como el majuelo, el cerezo de mahoma, el endrino, el espino cerval y el arlo a las que acompañan el bonetero, el cornejo, la morrionera y el aligustre. Estas camaleónicas formaciones vegetales tornan su colorido desde el blanco nieve primaveral hasta el rojo fuego otoñal, pasando por el verde en sus distintas tonalidades durante el periodo estival.

Los sabinares albares dominan en las parameras calizas continentales jurásicas, donde las condiciones de xericidad son extremas y donde el pino negral y el roble difícilmente compiten. Constituyen bosques más o menos abiertos, en muchos casos resultado de su explotación abusiva para obtención de su preciada madera rojiza de olor penetrante. Dicha estructura permite un mayor desarrollo del estrato arbustivo y herbáceo, entre las primeras destacan las rosaledas y los cambronales, mientras que los pastizales más característicos son los basófillos crioturbados, caracterizados por su pequeña talla pero de un gran valor pascícola. Las mejores representaciones de estos sabinares pueden observarse en el Monte de Fuencaliente y el Ensanche de Buenache.

 
La presencia de Glaux maritima, especie más propia del litoral, constituye una de las singularidades destacadas de la flora del Parque
Al pie de cantiles, cañones y hoces, donde la sequía estival se amortigua y se suavizan los extremos térmicos del clima continental reinante, se refugian tilares, avellanares y acerales, a los cuales acompañan mostajos, olmos de montaña, chopos temblones, fresnos de montaña y otras especies características de climás más fríos y húmedos. Todo este conjunto de especies, con la llegada del otoño, adquiere una diversidad cromática que parece trasladarnos a otras latitudes.

Sobre substratos arenosos dominan los pinares de pino rodeno (Pinus pinaster), los cuales se han visto favorecidos en detrimento de los marojales (Quercus pyrenaica), éstos raramente constituyen masas bien definidas, siendo lo más frecuente que aparezcan de forma dispersa bajo los pinares albares y rodenales e incluso mezcladas con roble, con el que llega a hibridarse. El estrato arbustivo de estos pinares se compone de brezales, piornales, jarales y cantuesares.

En los márgenes de los principales ríos de la Serranía, dependiendo del preciado recurso hídrico, se agolpan alamedas, choperas, temblares y saucedas, a las cuales acompañan diversas formaciones herbáceas riparias y palustres. Fuera de los cursos fluviales y cuando el nivel freático se encuentra próximo a la superficie se instalan juncales y turberas mucho más pobres y menos representativas que las del piso superior.

En zonas con elevada humedad podemos encontrar a la delicada Primula farinosa
 
En las vegas excavadas sobre materiales triásicos del Keuper (Tragacete, Valdemeca, Huélamo y Valsalobre) aparecen manantiales salinos, a los que se asocian juncales salinos, formaciones de castañuela y pastizales anuales de gramíneas halófilas. En estos ambientes se instalan especies de gran valor biogeográfico.

El piso INFERIOR (< 1200 m) se distribuye por las zonas basales de la Serranía de Cuenca (Villalba de la Sierra, Portilla y Arcos de la Sierra). Dominan el paisaje los pinares de pino negral (Pinus nigra subsp. salzmannii) y los robledales (Quercus faginea), los cuales se mezclan con carrascales (Quercus ilex subsp. ballota) y sabinares albares (Juniperus thurifera) en las estaciones más expuestas y térmicas. Sobre suelos arenosos dominan los rodenales (Pinus pinaster). El estrato arbustivo sobre sustratos básicos se compone de sabinares negrales, esplegares, tomillares, aliagares y erizales, acompañados por un estrato herbáceo de fenalares y lastonares. Mientras que sobre sustratos arenosos dominan los jarales, brezales y cantuesares. Las riberas de los principales cursos fluviales están flanqueadas por alamedas negras y saucedas, acompañadas por diversas comunidades palustres.
Óscar García Cardo
Ingeniero de Montes
  subir  
 
       
©2020. Consejería de Desarrollo Sostenible.
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha