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Se localiza esta Reserva Natural, de 1.662 hectáreas, en la parte más oriental de la comarca natural de La Manchuela conquense. En contraste con el relieve colindante, llano o de escasa ondulación, el Cabriel, a su paso por estos terrenos, dibuja un curso encajado en la mayor parte de su recorrido, flanqueado por laderas rocosas de fuerte pendiente y escarpes casi verticales, lo que introduce un componente de singularidad paisajística, que además lo convierte en una enclave de indudable interés desde los puntos de vista geológico y geomorfológico.

Al mismo tiempo, esa variabilidad de relieves se traduce en una diversidad de microclimas determinados por los contrastes entre solana y umbría, las variaciones de humedad o la variedad de pendientes, que hacen del conjunto el sustrato de una incomparable diversidad biológica.
Hoces, cuchillos y cárcavas
 
“En el paraje de “las hoces” el Cabriel se encaja en un cañón meandriforme confinado por escarpes rocosos

Geológicamente hablando, la Reserva se sitúa en la zona de contacto entre el Sistema Ibérico y las llanuras sedimentarias de la Submeseta Sur, en las proximidades del área de intersección de los dominios tectónicos ibérico y prebético.

 
En cuanto a los materiales predominan los depósitos terciarios, con afloramientos de materiales del cretácico superior que son protagonistas de los elementos geomorfológicos más destacados de la zona.

A su paso por estos depósitos, el Cabriel deja al descubierto, como en un libro abierto, la relación entre los materiales depositados justo antes y después del plegamiento que condujo a la formación del Sistema Ibérico, marcando la frontera entre los últimos materiales depuestos en ambiente marino y los primeros de origen continental, ayudándonos a interpretar el proceso de la orogenia alpina en el ámbito ibérico.

Desde el punto de vista de la geomorfología, sin duda lo más destacado son las formaciones conocidas como “Cuchillos” y “Hoces”, que caracterizan a los dos principales dominios geomorfológicos de la Reserva. Además de su espectacularidad, estas dos formaciones son incomparablemente valiosas, ya que nos permiten ver como, tratándose de unos mismos materiales, la distinta disposición estructural, unida a los distintos efectos de la erosión fluvial, determinan la formación de tipos de relieve marcadamente diferentes.

En el caso de Los Cuchillos, la disposición casi vertical de los estratos debida a su plegamiento, unida a la alternancia en los mismos de rocas duras y blandas, ha dado lugar a estructuras determinadas por la persistencia de las partes más resistentes y la desaparición de otras adyacentes que sucumbieron a la acción del agua y la meteorización, dibujando así un impresionante paisaje de crestones rocosos entre los que se intercalan callejones colonizados por la vegetación.

En los Cuchillos, los estratos se disponen de forma casi vertical
 
Por el contrario, en las Hoces los estratos de calizas y dolomías se disponen de forma casi horizontal, lo que ha hecho que el curso del Cabriel se haya ido encajando progresivamente, favorecido por el sistema de diaclasas presente, adoptando el trazado de un cañón meandriforme, confinado entre grandes escarpes rocosos que determinan abruptas paredes y salvan desniveles de hasta 100 metros.

Intercalado entre los anteriores dominios geomorfológicos se encuentra un tercero, el del Valle de Fonseca, en el que la disposición subvertical de los estratos, unida a una composición litológica mas deleznable, han hecho que los procesos erosivos generen un relieve más abierto, donde las cárcavas son la forma característica y más abundante.

Sobre este variado sustrato se asienta un también variado mosaico de flora y de fauna, estrechamente relacionadas y adaptadas en cada caso a los perfiles y características del terreno, a las condiciones microclimáticas y a la presencia o ausencia del agua.
El mundo rupicola
 
 
Formaciones de cárcavas en el Valle de Fonseca
El mundo rupícola es el mundo de los roquedos, un hábitat extremo que alberga a algunas de las especies y formaciones más valiosas de la Reserva Natural. Así las comunidades vegetales rupícolas calcícolas, como las de las Hoces del Cabriel, tiene la consideración de hábitat de protección especial en Castilla-La Mancha.

La vegetación debe aquí superar las condiciones determinadas por la exposición a los vientos y la escasez de agua y de suelo, y valerse de su capacidad para colonizar grietas y repisas, prácticamente las únicas concesiones que otorga este medio a la vida vegetal.

Es precisamente en esas pequeñas fisuras donde podemos encontrar a la frágil escrofulariácea Antirrhinum pulverulentum, o al té de roca (Jasonia glutinosa) que se asientan sobre paredes prácticamente verticales. Donde la pendiente es menor, las condiciones umbrosas favorecen la aparición de globularias (Globularia repens ssp. borjae), endemismo iberolevantino que forma espesas almohadillas salpicadas de flores azuladas, mientras que en las pequeñas cavidades, donde la humedad lo permite, podemos encontrar comunidades de helechos (Ceterach officinarum, Asplenium fontanum, Asplenuium petrarche)

Águila perdicera cebando a sus pollos
 
En las zonas superiores de los farallones y cortados rocosos, en los espacios entre las rocas, en laderas muy pedregosas, y en general en aquellos biotopos subrupícolas, aunque con sustrato eminentemente rocoso, aparecen formaciones dominadas por la sabina mora (Juniperus phoeniceae), acompañada por el espino negro (Rhamnus lycioides) y el jazmín silvestre (Jasminum fruticans)

Al amparo de los roquedos, en las zonas umbrosas, ya con un suelo más evolucionado y a menudo enriquecido por las aguas que se canalizan por las laderas, aparecen especies más higrófilas que conviven con espesas formaciones de madreselvas y zarzas, entre las que se intercalan el lentisco (Pistacia lentiscus), labiérnago (Phillyrea angustifolia), el torvisco (Daphne gnidium) o el brezo (Erica multiflora)

Y si valiosa es la flora rupícola no lo es menos la fauna. Las pequeñas repisas y hoquedades existentes en los inaccesibles paredones rocosos, son aprovechados como puntos de nidificación por el águila-azor perdicera (Hieraaetus fasciatus), una de las rapaces más amenazadas de la península, que aparece catalogada “en peligro de extinción” en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas, y que cuenta en la zona con dos parejas reproductoras.

 
Collalba negra: representantes de la fauna rupícola de la Reserva
Rupícolas como la perdicera, las también amenazadas águila real (Aquila chrysaetos) y búho real (Bubo bubo) ubican sus nidos aprovechando los escasos resquicios que conceden los verticales roquedos, donde también encuentran un lugar apropiado para su reproducción el halcón peregrino (Falco peregrinus), la collalba negra (Oenanthe leucura) o las ruidosas colonias de chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax).
El pinar de carrasco
 


Búho real: representantes de la fauna rupícola de la Reserva
 
En las zonas de relieve más abierto, como el Valle de Fonseca, es donde encontramos las mejores representaciones del pinar de pino carrasco (Pinus halepensis), si bien esta formación se encuentra representada en la mayor parte de la superficie de la Reserva, siendo la vegetación climácica en los suelos calizos secos y en pendientes pronunciadas.

En su cortejo florístico las especies más abundantes son la coscoja (Quercus coccifera), el enebro (Juniperus oxycedrus) y el romero (Rosmarinus officinalis). En función de las localizaciones aparecen también la sabina mora, el lentisco y el brezo, estando dominados los estratos inferiores por tomillares mixtos y formaciones de herbáceas vivaces.

En determinadas localizaciones, en lugar del pinar encontramos formaciones de matorral mixto tipo garriga, dominados por la coscoja y que tienen aquí carácter subclimácico. Esto ocurre en las laderas del paraje de las Hoces, en las umbrías de los Cuchillos y en el fondo de algunas ramblas y barrancos.

Salpicando estas formaciones de pinar y de matorral, podemos ver manchas de romeral, o tomillares mixtos y cerverales.

 
En el pinar del Valle de Fonseca nidifican las águilas calzada (Hieraaetus pennatus) y culebrera (Circaetus gallicus), que utilizan los matorrales adyacentes como cazadero. Junto a ellas, otras rapaces forestales como el azor (Accipiter gentilis) o el gavilán (Accipiter nisus) encuentran en el pinar su hábitat de alimentación y/o de reproducción.

Entre los mamíferos destacan las ardillas (Sciurus vulgaris) y ginetas (Genetta genetta), que se mueven ágilmente entre las ramas de los pinos, así como la presencia de distintas especies de murciélagos forestales). En las zonas de matorral más espeso, es el gato montés (Felix silvestris) el que establece sus territorios, compartiendo este intrincado hábitat con zorros (Vulpes vulpes) y tejones (Meles meles).

En los espacios más abiertos, el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) y la liebre (Lepus granatensis), sirven de presas fundamentales a las grandes rapaces rupícolas de la Reserva.
El río y sus márgenes
 
 
Y, por supuesto, no se puede dejar de lado al elemento moldeador de este espacio: el río Cabriel. La vegetación de ribera asociada a sus márgenes se encuentra limitada debido a dos factores: por un lado el exiguo espacio que queda entre el cauce y los escarpes rocosos, debido al encajamiento del mismo en buena parte de su recorrido por la Reserva; por otro lado, el régimen de desembalse de la presa de Contreras dificulta la fijación del suelo por aporte de los depósitos aluviales que permitirían el asentamiento de las comunidades riparias.

Aún así, en la zona encontramos rodales de álamo blanco (Populus alba), tarayales (Tamarix gallica), y saucedas (Salix eleagnos, Salix atrocinerea, Salix purpurea), y juncales mixtos con diversos tipos de juncos, entre los que destaca la presencia del junco común o churrero (Scirpus holoschoenus). Más próximos a los cursos de agua (tanto al principal como a sus tributarios), podemos encontrar formaciones de carrizo (Phragmites australis) y cañaverales de Arundo donax.

Desde las ramas de estas formaciones riparias, el martín pescador (Alcedo atthis) escudriña en las aguas del río en busca de presas. Junto a él, ruiseñores común y bastardo (Luscinia megarhynchos y Cettia cetti), mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) y carriceros (Acrocephalus scirpaceus), dejan oír sus cantos, haciendo de los márgenes del Cabriel su hábitat.

La buena calidad de las aguas del Cabriel permite que en ellas subsistan peces como el blenio (Salaria fluviatilis) que atraviesa una delicada situación en el ámbito peninsular, o que la nutria recorra incansable un río que constituye para ella el único hábitat disponible en el entorno. La rata de agua, y una considerable cantidad de anfibios y reptiles, también se encuentran representados en la zona.
  
 
Para acceder al interior de la Reserva Natural es necesario concertar previamente la visita con la Delegación de Medio Ambiente y Desarrollo Rural
La visita
 
 
Si pensamos visitar este espacio protegido, lo primero que debemos tener en cuenta es que el acceso a la Reserva es restringido (Orden 01-06-98, para la regulación del uso público en la Reserva Natural de las Hoces del Cabriel), y se limita a un número máximo de 100 visitantes diarios durante el periodo comprendido entre septiembre y junio, y 60 durante los meses de julio y agosto. Por ello debemos concertar previamente la visita, al menos con dos días de antelación, con la Delegación de Medio Ambiente y Desarrollo Rural de Cuenca, donde nos expedirán gratuitamente una reserva previa. De esta forma tendremos la posibilidad de realizar un recorrido por el interior de la Reserva Natural a lo largo de un itinerario a pie de unos tres kilómetros, que se puede realizar de forma autoguiada, apoyada en carteles interpretativos que nos acercan a los principales valores de este entorno, o en grupos acompañados por monitores de educación ambiental dependientes de la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural.

Además se cuenta con el Centro de interpretación y recepción de visitantes “Mirasol”, situado justo “a las puertas” de la Reserva, al que se puede acceder sin límite del número de visitantes, y que a través de material expositivo y audiovisual nos permite una primera aproximación a este valioso enclave natural.
  
  
 
  
  
 
Reserva de la Hoces del Cabriel. Teléfono para reserva de visitas 969 17 83 00

Accesos a través de la N-III. Desde Minglanilla se toma dirección al puerto de Contreras, y a 5 km, parte una carretera que lleva al aparcamiento de “Mirasol”.
Enrique Montero Verde
Consejería de Medio Ambiente
Francisco Plaza Torres
Desarrollo Rural
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