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Uno de los principales riesgos que amenaza la supervivencia de muchas especies de fauna silvestre es la presencia de sustancias tóxicas en el medio natural. Esta presencia puede ser accidental, derivada del uso de sustancias plaguicidas en el medio natural o en el medio rural, pero a menudo se debe a la acción deliberada e irresponsable por parte de personas que depositan cebos envenenados con el fin de acabar con determinadas especies de fauna.

El empleo de cebos envenenados para la eliminación de depredadores cuenta en España con una historia de más de cien años. De hecho, durante un tiempo fue una práctica promovida por el Estado, que con la creación de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos, consiguió exterminar a cientos de miles de depredadores, en muchos casos gracias al uso de venenos distribuidos por los propios funcionarios.

Las sustancias plaguicidas son las más utilizadas para la elaboración de cebos envenenados.
 
Esta práctica empezó a ser denunciada en los años setenta por Félix Rodríguez de la Fuente en sus programas de radio y televisión, consiguiendo ya en los ochenta que el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) dejara de otorgar permisos para la colocación de huevos envenenados. Finalmente, con la firma por parte del Estado Español de los convenios internacionales que prohíben el uso de venenos, con la promulgación de la Ley de Conservación de la Naturaleza de 1989, y las últimas modificaciones del Código Penal, el uso de cebos envenenados ha pasado de ser una práctica oficial, a ser un delito.

Por desgracia, este cambio en la legislación no se ha traducido en una disminución del uso de esta práctica delictiva, y hoy en día los venenos siguen siendo utilizados en el mundo cinegético para acabar con zorros o urracas, en la ganadería para acabar con lobos, perros asilvestrados o, últimamente, con buitres leonados, y en la agricultura para eliminar especies de fauna perjudiciales para las cosechas, como por ejemplo los topillos.

Sin embargo, está comprobado que el empleo de venenos no consigue en la mayoría de los casos disminuir a largo plazo las poblaciones de fauna a las que en teoría va dirigido y, por el contrario, afecta a otros animales y, de forma dramática, a especies amenazadas o en peligro de extinción. Como ejemplo, según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino1, para matar entre 1990 y 2006 a 918 zorros y 49 lobos, los envenenadores acabaron con un total de 12.268 animales de otras especies, muchas de ellas protegidas.

Además, muchas de las sustancias tóxicas empleadas, tienen la capacidad de acumularse en la cadena alimenticia por lo que su repercusión puede ser impredecible. Muchos de ellos son productos extremadamente peligrosos por ingestión, inhalación y contacto, y al estar en el campo pueden llegar a una fuente, un abrevadero de animales o simplemente ser manipulados por personas en zonas de uso recreativo, caminos o senderos.

 
Una vez que se encuentra un cebo o un cadáver supuestamente envenenado, se pone en marcha el protocolo de levantamiento en presencia de Agentes Medioambientales y/o del SEPRONA.
Todo ello ha generado una preocupación creciente por parte de las distintas Administraciones Públicas y colectivos relacionados con la conservación de la naturaleza, que han emprendido programas y estrategias destinadas a erradicar esta nefasta práctica.

En 2004, se aprobó la Estrategia Nacional contra el uso ilegal de cebos envenenados en el Medio Natural, que recogió las aportaciones de las administraciones de las Comunidades Autónomas y la experiencia aportada por las asociaciones conservacionistas que cooperan en la erradicación de esta práctica, así como los resultados de los trabajos de investigación realizados sobre la materia.

En agosto de 2005, Castilla-La Mancha aprobó el Plan Regional de lucha contra el uso ilegal de venenos en el medio natural, lo que la convirtió en la Comunidad Autónoma pionera en dar un marco jurídico al protocolo de actuación en supuestos de envenenamiento. El Plan prestaba especial atención a la prevención y la disuasión como elementos clave en la lucha contra el uso ilegal de cebos envenados, y en este sentido ya contemplaba la constitución de equipos especializados de inspección y vigilancia, integrados por agentes medioambientales bajo la responsabilidad del correspondiente coordinador comarcal, y proponía valorar la idoneidad de emplear perros adiestrados para la detección de los cebos.
La Unidad Canina de Castilla-La Mancha
 
Los perros de la unidad canina peinan en busca de cebos envenenados las zonas en las que hay indicios para pensar que se realiza esta práctica delictiva.

Bajo esta premisa, y con la finalidad de servir de apoyo en el trabajo de campo de los Agentes Medioambientales, que, en colaboración con Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), son los que día a día protagonizan la lucha contra esta lacra que son los cebos envenenados, se constituyó la Unidad Canina de detección de venenos de Castilla-La Mancha.

Existe un elevado grado de compenetración entre los perros y sus adiestradores.
 
La base de la Unidad se encuentra en Albacete, en el kilómetro 2 de la carretera de Ayora, junto a las dependencias del Centro Provincial de Educación Ambiental y el Centro de Recuperación de Fauna, donde se cuenta con unas instalaciones de nueva construcción con perreras individuales, zona para aseo y patio.

Aunque está ubicada en Albacete, es de ámbito regional, y ya ha actuado en todas las provincias de la región. Actualmente está compuesta por seis perras: More, de raza pastoril, Kela, de raza labrador, Brisa, de raza braco, Lori, de raza labrador, Nela, de raza golden retriever, y Jana, de raza pastor belga, que tienen edades comprendidas entre los dos años de More, y los 2 meses de Jana. En principio no hay ninguna razón para elegir una raza u otra, ya que lo fundamental es la dedicación y pericia de los adiestradores, que logran que lo que para el perro es un juego, se convierta en una actividad útil. Aún así, se ha tratado de seleccionar razas de carácter noble (labrador) y otras que se adapten bien al clima (pastoril y braco). En cuanto al sexo, se han elegido exclusivamente hembras para evitar los problemas en épocas de celo, y porque además son más precoces para el adiestramiento.

En cuanto al personal asignado a la unidad, no se trata, como en unidades caninas de otras administraciones, de empresas externas contratadas al efecto, sino que son todos funcionarios de la Junta de Comunidades, en concreto del cuerpo de Agentes Medioambientales. Los adiestradores son Mariano Manzanares Palarea y Antonio López Martínez, dedicados en cuerpo y alma a los animales, y desde la creación de la unidad han contado con el entusiasmo y apoyo del resto de agentes Medioambientales de la provincia de Albacete. También se cuenta con una veterinaria responsable que controla la salud de los animales, y de cuidadores encargados de la alimentación y limpieza de los perros.

  
 
Los perros son adiestrados para detectar distintas sustancias de las comúnmente utilizadas en el control ilegal de predadores.
Cuidados y adiestramiento
 
 
La toma e identificación de muestras debe realizarse de forma correcta para no invalidar todos los trabajos posteriores.
Cuando un perro entra a formar parte de la unidad canina para la detección de venenos, se le realiza un examen veterinario exhaustivo en el que se verifica su estado general de salud, estado de vacunación y estado de desparasitación.

Después se sigue estrictamente el calendario de vacunaciones y periódicamente son sometidos a un examen veterinario completo que incluye analíticas sanguíneas. Además, los entrenadores de los perros los revisan cada día con la finalidad de detectar cualquier proceso patológico con la máxima antelación posible. El nivel de compenetración que existe entre los adiestradores y los perros hace que cualquier cambio en el estado anímico o de salud de éstos sea rápidamente detectado, lo que facilita la actuación veterinaria.

El método empleado para el adiestramiento esta basado en refuerzos positivos, y consiste en premiar al perro cuando realiza el comportamiento adecuado y dejarle sin premio cuando no lo consigue, y podemos dividirlo en tres fases:

Los huevos envenenados han sido uno de los métodos tradicionalmente más empleados.
 
Obediencia. Es la fase inicial y se basa sobre todo en el juego, tratando de ganar la confianza del animal, que cuanto más juega más quiere, y que por conseguir su juguete (pelota, mordedor etc.) nos presta toda su atención.

Se empieza por relacionar al animal todo el día con su adiestrador, que, trabajando con reflejos condicionados, enseña al perro comportamientos básicos, como sentarse, o acostarse, y sobre todo a obedecer únicamente sus instrucciones y a no atender a nada más, ni distraerse con nada ni con nadie.

En esta fase, cada adiestrador le enseñará al animal todo lo que esté preparado para aprender, durante un periodo que puede durar de tres a seis meses.

Formación con productos base. Los productos base son el soporte sobre el que se coloca el veneno, principalmente carnes, grasas, etc. Esta fase es crucial y entraña gran dificultad, ya que hay que enseñar al perro a buscar y localizar su golosina favorita (carne, embutido, grasa animal) y a que, una vez que la encuentren, no la toquen, ya que esto pondría en peligro sus vidas durante el trabajo de campo.
Formación con venenos. Una vez seguros de que el animal no toca el cebo cárnico, se empieza a trabajar con el veneno propiamente dicho. Se empieza utilizando hasta ocho sustancias diferentes usadas para el envenenamiento de predadores. Se trata generalmente de fitosanitarios, aunque aún se continúa utilizando la maldita estricnina.

Estas fases de formación se realizan en pistas de entrenamiento, y una vez completadas empieza la formación de campo, que puede ya realizarse con grupos de trabajo de Agentes Medioambientales en servicios específicos de control de venenos.

  
 
La colocación de cebos envenenados es un delito tipificado en el Código Penal.
Método de trabajo
 
 
La coordinación entre el cuerpo de Agentes Medioambientales y el SEPRONA es uno de los elementos clave en la lucha contra el uso de venenos.
En cuanto al método de trabajo de la unidad canina, viene determinado por los protocolos contemplados en el Plan Regional de lucha contra el uso ilegal de venenos en el medio natural:

Protocolo de vigilancia y búsqueda de venenos.

Es muy importante que los equipos de trabajo estén bien formados, y resulta imprescindible la coordinación con otros cuerpos y fuerzas de seguridad. De esta forma, se organizan servicios conjuntos de búsqueda en aquellas zonas previamente clasificadas como “calientes”, por antecedentes o por otros tipos de indicios. Es en esta parte del trabajo donde la unidad canina puede jugar su mejor papel, mediante el peinado por parte de los perros de zonas con indicios de presencia de cebos envenenados.

Protocolo de actuación para el levantamiento, la recogida y remisión de cebos y cadáveres de fauna supuestamente envenenados.

Una vez que se encuentra veneno en el campo se pone en marcha el protocolo de levantamiento, en presencia de los Agentes Medioambientales y/o del SEPRONA, y se procede a marcar y numerar todos los cebos o cadáveres encontrados para facilitar el trabajo a los técnicos que realizarán las correspondientes analíticas y los responsables de aplicar la vía sancionadora penal o administrativa. Por eso resulta imprescindible que los equipos de trabajo de ambos cuerpos estén adecuadamente formados para poder realizar de forma correcta los protocolos, ya que un fallo en esta fase puede invalidar todos los trabajos posteriores.

Protocolo de necropsia forense.

Se aplica cuando se encuentran cadáveres de animales supuestamente envenenados. Muchas veces se realiza directamente en el campo, con la presencia de la veterinaria asignada al equipo, que extrae el contenido estomacal al cadáver encontrado, de esta forma allí mismo se puede ver el tipo de cebo empleado y seguir pistas en la búsqueda.

Protocolo para las actuaciones en la vía administrativa y la coordinación con la vía penal.

El siguiente paso es hacer llegar con las máximas garantías las pruebas conseguidas en el campo a las instancias oportunas para que se inicie, cuando proceda, el correspondiente procedimiento sancionador. Hay que tener en cuenta que el uso de veneno esta considerado infracción administrativa y aprovechamiento abusivo por la Ley de caza de Castilla-La Mancha, y delito por el Código Penal.

  
 
Si cree haber localizado un cebo envenenado, es muy importante que no lo toque y avise inmediatamente a los Agentes Medio Ambientales o al SEPRONA.
Primeros resultados y perspectivas de futuro
 
Cuando un perro entra a formar parte de la Unidad Canina se le realiza un examen veterinario exhaustivo.
 
Aunque de momento se trata de la única unidad operativa en Castilla-La Mancha, los resultados obtenidos se pueden calificar de excelentes, ya que tiene unos efectos disuasorios que, ayudados por la publicidad, ya hacen que pueda considerarse una unidad rentable. De las experiencias llevadas a cabo en las distintas provincias, puede considerarse especialmente satisfactoria la realizada en Cuenca, donde se actuó en una intensa jornada junto a los Agentes Medioambientales, localizando cebos y cadáveres de animales.

 
La unidad canina de Castilla-La Mancha ya ha tenido repercusión a nivel regional y nacional, habiendo aparecido en la revista Guardabosques, y participado en el certamen FERCATUR en 2007 y 2008, con la correspondiente repercusión en prensa, televisión de CLM, Internet, etc. Ello ha hecho que desde otras Comunidades Autónomas se hayan interesado por nuestra unidad canina, y que, en el caso de los compañeros de Murcia, nos hayan visitado y se hayan animado a poner en marcha su propia unidad, lo que para el cuerpo de Agentes Medioambientales constituye un motivo de orgullo y refuerza nuestro compromiso con este atractivo proyecto.

 
Para el futuro, esperamos que el conocimiento de la existencia de estas unidades sirva como elemento disuasorio para los envenenadores, y para conseguir que nuestro medio natural se vea libre de la amenaza que constituyen los cebos envenenados.
Miguel Fajardo Roda
Coordinador Provincial de Agentes Medioambientales de Albacete
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