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Qué es la Huella de Carbono
 

Conocemos como Huella de Carbono al dato que incluye la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a una empresa, evento, actividad o al ciclo de vida de un producto/servicio en orden a determinar su contribución al cambio climático.

Pero ¿de dónde proceden esos gases de efecto invernadero? Quizás el ejemplo más sencillo está en el funcionamiento de nuestro coche. Cuando éste circula quema combustibles (gasóleo, gasolina, …) que genera emisiones entre las que se encuentran algunos de los gases de efecto invernadero. Algo similar ocurre cuando encendemos la calefacción, incluso cuando encendemos la luz, aunque en este caso las emisiones se generan en las industrias en la que se produce la electricidad.

Así, se consideran emisiones directas aquellas que son generadas por procesos sobre los que se tiene control o propiedad, es decir, aquellas que se producen en el sitio donde se desarrolla la actividad. Y hablaremos de emisiones indirectas cuando se trate de aquellas que se generan como consecuencia de la actividad.

Según una de las metodologías más utilizadas en el cálculo de la Huella de Carbono, el GHG Protocol, las emisiones se definen según los siguientes alcances:

  • Alcance 1: emisiones directas asociadas al funcionamiento de una organización, emisiones provenientes de fuentes que pertenecen o son controladas por la organización. Se incluyen aquí las emisiones resultantes de la combustión en instalaciones fijas (calderas, hornos, …), las derivadas del transporte propiedad de la organización, las asociadas a fugas de gases refrigerantes de los equipos de frio o las derivadas de procesos que puedan tener lugar en la organización.
  • Alcance 2: emisiones indirectas asociadas a la adquisición de energía. Emisiones de GEI que provienen de la generación de electricidad, calor, vapor de origen externo consumidos por la organización.
  • Alcance 3: emisiones indirectas distintas a las asociadas al alcance 2, que son consecuencia de las actividades de la organización, pero que se origina en fuentes que pertenecen o son controladas por otras organizaciones. Se incluyen aquí los viajes en transporte público, las emisiones asociadas a la compra de bienes o servicios, las asociadas a la gestión de residuos, del agua, …

Los gases de efecto invernadero a considerar en el cálculo de Huella de Carbono son los establecidos en el Protocolo de Kioto: CO2 SF6, CH4, N2O, HFCs y PFCs.

La Huella de Carbono se mide en unidades de CO2 equivalente (toneladas, kg, gramos, …), por lo que los gases distintos del CO2, se convierten a su equivalente en CO2 equivalente en base a su capacidad de absorber radiación usando valores de potenciales de calentamiento global referidos a un horizonte de 100 años, definidos por el IPCC. Así, por ejemplo, el metano (CH4) tiene un potencial de calentamiento 25 veces superior al CO2. Por lo que la emisión de 1 tonelada de CH4, contribuye en 25 toneladas de CO2 equivalente a la Huella de Carbono.

  
  
 
  
  
 
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Figura 1. Ejemplo de fuentes de emisión según alcance de la Huella de Carbono.


La Huella de Carbono alcanza su valor como herramienta de lucha frente al cambio climático, en el momento que el objetivo no es únicamente calcular su valor, sino establecer una senda de reducción de emisiones que permiten aminorar la contribución a este problema global. El beneficio no está en calcular, sino en reducir.
Registro de Huella de Carbono, compensación y proyectos de absorción de CO2
 
Una de las iniciativas más destacadas a nivel nacional en el marco de la huella de carbono es la creación en 2014 del Registro Nacional de Huella de Carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono (RD 163/2014), puesto en marcha desde la Oficina Española de Cambio Climático (OECC). Este registro, de carácter voluntario, nace con la vocación de fomentar el cálculo y reducción de la huella de carbono por parte de las organizaciones españolas, así como de promover los proyectos que mejoren la capacidad sumidero de España, constituyéndose por tanto como una medida de lucha frente el cambio climático de carácter horizontal.

La Oficina Española de Cambio Climático ha tratado de facilitar su participación a las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en consideración a su posible limitación de recursos y a la importancia que las mismas tienen en el tejido empresarial nacional, con la elaboración de guías y herramientas de cálculo.

  
  
 
  
  
 
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Figura 2. Ejemplo de fuentes de emisión según alcance de la Huella de Carbono.


El registro, de carácter público, se estructura en 3 secciones:

  1. Una sección de huella de carbono y de compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
  2. Una sección de proyectos de absorción de CO2.
  3. Una sección de compensación de huella de carbono.

  
 
“Cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a una empresa, evento, actividad o al ciclo de vida de un producto/servicio en orden a determinar su contribución al cambio climático”


Actualmente hay 706 organizaciones inscritas en la sección A y 1.473 Huellas de Carbono, ya que las organizaciones inscriben sus resultados anualmente. En lo que respecta a Proyectos de Absorción existen 28 proyectos, habiéndose compensado las huellas de carbono correspondientes a 52 organizaciones.

Tras la inscripción en el registro se otorga un documento de reconocimiento de su inscripción, y se permite la utilización de un sello de titularidad del Ministerio que refleja gráficamente el distinto grado de implicación de las organizaciones para un periodo de cálculo concreto.
¿Quién calcula su Huella de Carbono y por qué?
 
Cuando pensamos en contaminación siempre viene a nuestra mente la imagen de chimeneas industriales humeantes. Sin embargo, en el caso de las emisiones de gases de efecto invernadero, las grandes industrias y el sector de la aviación solo representan entono al 40% de las emisiones. El resto tienen origen en las actividades diarias de cada uno de nosotros, en la selección de nuestro medio de transporte, de los productos que consumimos, del uso que hacemos de recursos como el agua, e incluso de la gestión de nuestros residuos que llevamos a cabo.

  
  
 
  
  
 
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Figura 3. Distintos grados de implicación recogidos en las diversas modalidades del sello oficial.


Los gobiernos, ya sean nacionales, regionales o locales, ya han comenzado a asumir en sus distintos ámbitos objetivos de reducción de emisiones basados en compromisos internaciones de la lucha frente al cambio climático. Las grandes empresas y la aviación pertenecen a un sector que desde hace años tiene obligaciones de reducción de las emisiones fijadas por normativa.

  
 
Potencial de Calentamiento Global. Cada uno de los gases de efecto invernadero afecta a la atmósfera en distinto grado y permanece allí durante un periodo de tiempo diferente. La medida en la que un gas de efecto invernadero determinado contribuye al calentamiento global se define como su Potencial de Calentamiento Global (PCG).


 
En el resto de sectores, aquellos que no tienen una obligación normativa de reducir sus emisiones, se ha iniciado una senda lenta de trabajo hacia la descarbonización. Las organizaciones privadas (pymes, bancos, …) comienzan a asumir que, la responsabilidad de trabajar para reducir su huella de carbono es un reto, una obligación, pero a su vez una oportunidad para el sector privado. Y en esta asunción tiene mucho que ver nuestro poder de decisión como ciudadanos consumidores de productos y servicios. Las empresas han detectado que la reducción de las emisiones genera por una parte un beneficio asociado a la reducción del gasto energético, pero a su vez, permite mejorar su imagen y por tanto sus opciones de venta. En la medida en la que nosotros como consumidores condicionamos la balanza hacia esas decisiones de compra estamos favoreciendo este cambio en el sector empresarial, estamos contribuyendo de forma indirecta a la lucha frente al cambio climático.

Por lo tanto, como decía Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Desde la Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha animamos a todos y cada uno de los ciudadanos de la región a caminar por la senda de la descarbonización, convencidos de que esta forma de desarrollo genera beneficios para todos.
Huella de Carbono de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural
 
La Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural ha calculado su Huella de Carbono y ha obtenido el Sello y el Certificado de inscripción en el registro nacional de huella de carbono del Ministerio.

Esta Consejería, convencida de su labor ejemplificante y consciente del impacto ambiental de las actividades desarrolladas en sus oficinas centrales en Toledo, se planteó la necesidad de calcular su huella de carbono, como un primer paso en la reducción de emisiones Gases de Efecto Invernadero, expresando así su compromiso en la lucha contra el cambio climático.



El resultado de estos cálculos pone de manifiesto la importancia de las emisiones asociadas al consumo eléctrico, que representan el 80%, mientras que las emisiones directas asociadas al consumo de combustibles en calefacción (6%) y desplazamientos de vehículos (14%) tienen un menor impacto. Por edificios, la huella de carbono no se distribuye de forma homogénea. El edificio que acoge el mayor número de servicios representa casi el 50% de las emisiones totales. Conocidos las fuentes de emisión se desarrolló un Plan de Reducción de emisiones, condición indispensable para la obtención del Certificado de Huella de Carbono. Dicho plan debe incluir un objetivo de reducción medible y ajustado a las características de la organización.

La Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural ha definido un ambicioso objetivo de reducción cuyo alcance temporal está en línea con los objetivos de la Estrategia de Cambio Climático de Castilla La Mancha. Así se ha fijado una reducción del 50% para el año 2020 respecto a los valores de 2015.


Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha
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©2020. Consejería de Desarrollo Sostenible.
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