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PARQUES Y JARDINES URBANOS
Revista número: 16
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EDITORIAL
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EL PITóN VOLCáNICO DE CANCARIX
Revista número: 21
Autor: Mª Elena Gómez Sánchez
 
 
  DESARROLLO RURAL
 
 
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Espinoso del Rey. Dehesas de encinas
A pie o en bicicleta de montaña, en otoño, verano o primavera, en familia o con un grupo de amigos fanáticos del ocio activo, los 550 kilómetros de caminos señalizados en los 39 municipios de las comarcas toledanas de Talavera, Sierra de San Vicente y La Jara construyen una interesante red excursionista por valiosos espacios naturales, pintorescos pueblos, frondosos bosques, vías pecuarias y solitarios paisajes serranos ideales para disfrutar del turismo activo.
Contrastes y diversidad
 
Buenasbodas
 
En las vegas medias del Tajo existe un territorio de relieves suaves y dilatados que nos habla de cultura popular y tradición. Una sugerente sucesión de dehesas mediterráneas y ondulados horizontes poblados de robles, enebros, castaños, pinos y extensos campos de viejos pastos trashumantes. Valles solitarios, de faldas ásperas y escarpadas, cubiertos de retamas y jaras, símbolo botánico de una comarca lejana y evocadora. Apacibles pueblos plantados en antiguos caminos históricos y rutas de comunicación, comercio y peregrinación. Sierras vestidas de vetustos robles, castañares centenarios y vistas extraordinarias del valle del Tiétar y las cumbres de la sierra de Gredos. Las altitudes de estos montes verdes son modestas, apenas sobrepasan los mil metros de altitud, pero ofrecen excelentes panorámicas de una comarca vinculada a las viejas tradiciones y la memoria de sus orígenes, cuando los vetones sembraron de verracos de piedra los principales hitos de la sierra de San Vicente, entre los siglos VI y I a.C.

 
Vía Verde de la Jara. Viaducto del río Uso
Todo este cúmulo de contrastes y diversidad es un paraíso para el senderismo y la bicicleta de montaña gracias a una extensa red de rutas y senderos que recorren todos los paisajes, pueblos y atractivos naturales de las comarcas toledanas de Talavera, Sierra de San Vicente y La Jara. Este proyecto de turismo activo nació de la Asociación para el Desarrollo de la Comarca de Talavera, Sierra de San Vicente y La Jara-IPETA (ADC-IPETA) con cargo a la Iniciativa Comunitaria Leader Plus.
Talavera de la Reina, cabecera de la comarca y alfar universal
 
Navamorcuende
 
Talavera ocupa un importante cruce de caminos en las fértiles vegas medias del Tajo. El valor estratégico de la popular “capital de la cerámica” fue descubierto y explotado por los romanos y aprovechado por visigodos, árabes y el resto de pueblos que han cultivado las extensas y prósperas tierras de aluvión del gran Tajo, construyendo un importante legado histórico, etnográfico y paisajístico. Punto de encuentro de comunicación y comercio desde la Baja Edad Media, mezcla de culturas y fusión de costumbres con el paso de los siglos, la dinámica población se ha convertido en cabecera de una comarca con una floreciente oferta excursionista de turismo activo perfectamente ordenada y señalizada.
La Jara, rutas y senderos para todos los gustos
 
 
Dehesas de encinas
Uno de los grandes valores de la red de Rutas y Senderos es la recuperación y transformación de vías tradicionales y caminos históricos, muchos de ellos condenados a desaparecer o morir devorados por la maleza, en corredores verdes de interés cultural, paisajístico y medioambiental. Rutas de gran valor turístico y deportivo, como la Senda de Viriato, señalizada con las marcas rojas y blancas del sendero de gran recorrido GR-63; la Vía Verde de la Jara, una de las rutas de ocio activo y cicloturismo más populares de la zona centro; los viejos caminos de comercio y peregrinación que recorren desde hace siglos los páramos jareños y saltan los Montes de Toledo; o la Cañada Real Leonesa y el resto de cordales ganaderos que recorren la vega del Tajo y tienen sus orígenes en los primeros tiempos de la Mesta, han sido aprovechados e interconectados con los itinerarios de la red de Rutas y Senderos para mostrar al viajero activo pueblos, gentes y paisajes de la sierra de San Vicente, Talavera de la Reina y La Jara, territorios ricos en parajes naturales de ambiente mediterráneo y curiosas geologías.

Fuentes. Ruta cicloturista
 
El diseño del entramado excursionista ofrece 21 recorridos circulares clasificados en colores, perfectamente señalizados con hitos de madera y paneles interpretativos en todas las poblaciones, entre las vertientes septentrionales de los Montes de Toledo, donde La Jara Alta se diluye en unas serranías escabrosas y solitarias, y la vega del río Tiétar, en la falda norte de la sierra de San Vicente, paso secular de la Cañada Real Leonesa Oriental y refugio extraordinario de frondosos bosques de robles, enebros y castaños. La numeración de las rutas está clasificada de sur a norte. Los primeros itinerarios recorren las emboscadas laderas de las sierras de Altamira y Sevilleja, buscan los rincones donde se conservan más puros e intactos los ecosistemas mediterráneos, entran en acogedoras poblaciones serranas y conectan con las rutas que se diluyen en las dehesas de la Jara Baja y la vega del Tajo. Los itinerarios de numeración más alta, hasta completar los 21 recorridos del proyecto Rutas y Senderos, saltan el gran río castellano-manchego y dibujan su propuesta excursionista en las vías pecuarias y los bosques de la sierra de San Vicente, bonito mirador de la cuenca del Tiétar y la sierra de Gredos.

La ruta 11 comunica los arrabales fluviales de Talavera con El Membrillo, pedanía de Las Herencias, actuando también de vía excursionista de conexión con la red de itinerarios que transitan por los municipios de La Jara. Los recorridos están entrelazados unos con otros para visitar todas las poblaciones de la comarca, entrar en los parajes naturales de interés y conocer los hitos etnográficos que tanto abundan en esta tierra vinculada a la trashumancia y los recursos de la naturaleza, ofreciendo una propuesta de rutas a pie o en bicicleta de montaña para todos los gustos.

 
Baliza de señalización en Buenasbodas
Las posibilidades para preparar excursiones de diferentes niveles son muy abundantes. Entre las diez propuestas que recorren la comarca de La Jara hay visitas a rañas ganaderas que son un recreo para la vista y una delicia para el paseo; ascensiones suaves por la falda de pinares de repoblación y panorámicas formidables de sugerentes dehesas de encinas que parecen no tener final; o pasos por viejos puentes medievales sujetos en el equilibrio de un tiempo olvidado, como el puente de Fuentes, en el cauce del río Uso –nombrado Huso en algunas toponimias-, la gran artería fluvial de la comarca.

La ruta 4 es un interesante recorrido de 47,5 kilómetros por buenos caminos rurales ideal para la bicicleta de montaña. Parte de La Nava de Ricomalillo, pasa por un pintoresco tramo de la Vía Verde de la Jara, recorre el valle del río Frío, donde se pueden ver las ruinas de 23 construcciones pertenecientes al conjunto de molinos harineros más importante de la provincia de Toledo, y atraviesa el valle del río Uso.

La Dehesa. El Real de San Vicente
Jara Alta, naturaleza salvaje y serranía
 
Rio Tajo
 
La jara común es el arbusto más abundante en todos los valles altos y las sierras secas y soleadas de La Jara, constituyendo la génesis del paisaje y el símbolo de la comarca.

Enebros, robles, encinas y dehesas pastoriles visten las escarpadas laderas de los valles jareños alrededor de extensas parcelas de campos de cereal. Las intratables geografías de La Jara Alta dibujan el rostro más indomable del territorio y ofrecen un aspecto bravo y salvaje. Las sierras de Altamira y Sevilleja son dos macizos montañosos de formas enérgicas descolgados del bloque principal de los Montes de Toledo, dos crestas de cuarcitas afiladas que cierran la comarca por el sur y esconden valiosos rincones naturales. Es el ambiente ideal para los senderistas aficionados a las rutas de montaña y los pueblos tranquilos donde sus habitantes dejan pasar el tiempo sin prisas, ajenos al contagioso dinamismo de los tiempos actuales. Escenarios vitales y casi intactos que se benefician de los frentes que atraen las montañas y el aire cálido procedente de la llanura del Tajo, propiciando el desarrollo adecuado de ecosistemas únicos y singulares.

 
El Campillo de la Jara
En un desvío de la ruta 6, el más montañero de los itinerarios jareños, en el término de Robledo del Mazo, se encuentra el santuario de vida salvaje de la Garganta de las Lanchas. El nombre tiene relación con las características cascadas de rocas que se descuelgan por las laderas de las sierras, llamadas lanchares en la comarca. El principal motivo de crear la microrreserva es un bosque de laurisilva, un tipo de bosque del Terciario, que aprovecha las especiales condiciones de temperatura y humedad que se dan en este singular rincón del valle del río Gévalo, en la falda de la sierra de Sevilleja. La entrada está regulada y se debe solicitar el servicio de guías en Robledo del Mazo (Telf: 661 83 81 51). La ruta 6 también asciende al poblado de Piedraescrita, paso secular de peregrinos y mercaderes entre la meseta y la población de Guadalupe. En este remoto enclave serrano hay un santuario medieval vinculado con una aparición y documentado en el siglo XII. El templo es pequeño pero concentra la devoción popular desde hace ocho siglos y muestra bonitos frescos románicos y barrocos. Un fantástico lugar para terminar una de las grandes rutas senderistas de La Jara Alta entre pinos, robles y encinas.

Otra de los grandes itinerarios montañeros en La Jara Alta es la ruta 1, de 37,8 kilómetros, que discurre por la falda de la sierra de Altamira entre las poblaciones de El Campillo de la Jara y Puerto de San Vicente, hito trashumante de primer orden desde los orígenes de los grandes desplazamientos de rebaños por la Península y paso histórico de las peregrinaciones a Guadalupe. El recorrido faldea la sierra sin enfrentarse a grandes desniveles y sigue la Vía Verde durante 11 kilómetros en compañía del curso del río Uso, atravesando algunos de los túneles más largos de la senda ecoturística acondicionada en el trazado ferroviario del tren que pretendía comunicar Talavera de la Reina y Villanueva de la Serena pero que nunca llegó a funcionar.
Sierra de San Vicente, una cima con piedras de guerra
 
La Dehesa. El Real
 
En el pico San Vicente, mirador fantástico de horizontes azulados que no se abarcan en una mirada, aparecen los restos de una antigua alzaba musulmana, que posteriormente fue fortaleza templaria, y quién sabe por cuántas manos más habrá pasado. Del viejo puesto de vigilancia se mantienen a duras penas parte de dos torres y algo de los muros. Antes de llegar a las ruinas, al lado del vértice geodésico de la montaña, colgados en un abismo que se sumerge en las orillas del Tiétar, los restos de una vieja ermita confirman la importancia estratégica y el tremendo poder del lugar para reunir a santos y militares sobre las extensas dehesas de las llanuras del Tajo. En el comienzo de la subida al mítico otero, escondidas en la frondosidad del arbolado junto a la carretera de Navamorcuende, los restos del viejo convento del Piélago despuntan sobre las copas de los árboles como el ánima encantada de un viejo fantasma en penitencia por la sierra. Son curiosos los escudos de la fachada. También llama la atención el espacio vacío del interior, convertido en un extraño templo al aire libre que no se puede visitar porque la puerta siempre está cerrada.

La ruta 20 de la red de Rutas y Senderos, apta para senderistas y ciclomontañeros, de color verde, tiene 38,4 kilómetros y recorre los enclaves más atractivos del macizo central de la sierra de San Vicente, conectando mediante viejos caminos rurales y cordales trashumantes las poblaciones de El Real de San Vicente, bonita población serrana encajada en la ladera del cerro Cabeza del Oso; Castillo de Bayuela, sede del Centro de Interpretación de la Naturaleza y Patrimonio Histórico de la Sierra de San Vicente; Hinojosa de San Vicente, con varias fuentes interesantes y pintorescos rincones urbanos; Navamorcuende, con una iglesia renacentista declarada Bien de Interés Cultural; y Almendral de la Cañada, que conserva interesantes muestras de arquitectura popular, volviendo al punto de partida por un tramo de la Senda de Viriato, señalizado con las marcas del sendero de gran recorrido GR-63. Las mejores masas forestales de roble de la ruta aparecen en el rebollar del arroyo del Lugar y en el entorno de El Piélago, una vez superada la larga ascensión al alto de los Pelados.

 
Pico de San Vicente
Hermosas dehesas de encinas, pastos y enebros salpican el itinerario en los terrenos de media montaña, cerca de las cañadas ganaderas. El paraje más evocador de la vieja cultura trashumante es la fuente del Caño, construida en 1775 en las afueras de Almendral de la Cañada, en el paso de la Cañada Real Leonesa Oriental. El castañar más importante y representativo de la sierra está en la falda del Cerro Cituero, en el último tramo de la ruta, durante el vertiginoso descenso a El Real de San Vicente. Los vetustos castaños forman un bosque denso que cambia de color en cada estación, especialmente en otoño, cuando los amarillos, naranjas y rojos marchitan los árboles y terminan consumiendo las alargadas hojas del castaño.
Los bosques de Viriato
 
Bosques del Piélago
 
Los bosques de robles y castaños de la sierra de San Vicente son una de las reliquias forestales de los espacios naturales de Castilla-La Mancha. Al pie de ruinas templarias y castros vetones habitan robles melojos y castaños monumentales que se estremecieron con las batallas entre moros y cristianos; y mucho antes entre romanos y lusitanos. Los canchales graníticos de estas amables montañas que dominan la interminable llanura toledana, regada por el Tajo, el Alberche y la acogedora vega del Tiétar, fueron la atalaya inexpugnable donde se refugió el guerrero lusitano Viriato durante su dura campaña contra las legiones romanas. Antes de jurar odio eterno a los romanos, Viriato era un pastor que logró sobrevivir a la matanza impuesta por el pretor Galba a los habitantes indígenas de la sierra, en el año 152 a.C. El gran mito ibérico, que durante ocho años fue la peor pesadilla de la mayor maquinaría militar de la época, tenía el centro de operaciones en los bosques del Monte de Venus, como llamaban los gobernadores de Roma a la sierra de San Vicente, el inviolable escondite de sus indomables enemigos. La traición de Audax, Ditalco y Minuro, sus más estrechos colaboradores, provocó la muerte de Viriato en algún paraje desconocido de la sierra de San Vicente. Cuando los tres traidores reclamaron la recompensa, el gobernador de Roma dijo la famosa frase “Roma no paga a traidores”.

El paso de los siglos ha cambiado muy poco la fisonomía vegetal de las montañas y los bosques que acaparan los valores naturales y ecosistemas de la sierra, a pesar de la constante presencia de campesinos y ganaderos en todas las geografías serranas. Los pueblos que han habitado en la comarca toledana han buscado precisamente protección y refugio en la frondosidad del bosque, preocupándose de su existencia, desarrollo y conservación. Los agrestes relieves y la espesura de los robledales hicieron prácticamente impenetrable esta fortaleza natural. En tiempos más recientes, el tránsito por la Cañada Real Leonesa Oriental, que dibuja su trazado pecuario por la ladera norte y oeste de la sierra, y el Cordel de las Merinas, que cierra la red de vías pecuarias por el este, han generado el paso de miles de cabezas de ganado merino, poniendo en grave peligro la existencia del bosque autóctono y dejando una huella clara de su devastador efecto sobre la prosperidad de las masas forestales. Para abrir terreno de pasto dentro de robles y castaños, los pastores cortaban uno a uno los árboles, dejando un ejemplar testigo cada veinte o treinta metros. Cuando pasó la época de la trashumancia y la Mesta dejó de ejercer influencia en la comarca, los bosques se fueron regenerando hacia su estado natural y ahora resulta curioso ver esos enormes robles retorcidos y nudosos de más de quinientos años, que se salvaron de la tala y voracidad de las merinas, entre centenares de robles jóvenes que todavía están en su primer siglo de existencia.

  
  
 
  
  
 
+ Info
Rutas y Senderos Talavera, Sierra de San Vicente, La Jara

La ruta 19 es el itinerario más septentrional de la red de Rutas y Senderos. El recorrido es sencillo, sin desniveles notables, por una sucesión de relieves ondulados y paisajes campesinos que alternan dehesas ganaderas, monte bajo y bosques de encinas, rebollos, castaños y enebros. El paraje sobresaliente es el barranco del arroyo Torinas, con un puente de origen romano y acogedoras riberas de fresnos, sauces y chopos. Una apacible excursión para completar el repertorio de rutas excursionistas por los escenarios naturales y los pueblos de las comarcas toledanas de Talavera, Sierra de San Vicente y La Jara.

  
  
 
  
  
 
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Información y documentación de los itinerarios
Beatriz Farías
Marta Pérez
Juan Alonso
(Expociencia, S.L.)
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